Elefante Blanco Lleida - Me gusta lo que no se toca
Los hay que siempre hemos “sacado” un cero en conducta.
No, no es verdad; yo
siempre me porté bien en la escuela, lo que sucede es que siempre me hubiera
gustado portarme un poco mal: para llamar la atención.
Y es que muchos
hacen lo que sea para conseguir que alguien les mire, les hable, incluso les
grite.
No sé si los
verdaderos protagonistas del “Elefante Blanco” quieren llamar la atención o tal
vez (tal vez seguro) huir de la realidad.
La realidad no le
gusta a “Monito” él tiene nombre y le gusta pero... solo como “Monito” ha
conseguido llegar a ningún sitio.
Cuando de la potente
luz de la ciudad abierta (Nicolás está allí porque le gusta el sol –aquí va un
guiño triste-), el joven director nos hace entrar en la penumbra ruinosa del
edificio; ya se nos encoje el corazón.
La sucesión de pantalla
negras...
¿Qué nos querrán decir o...
qué nos están callando?
¿Qué nos querrán decir o...
qué nos están callando?
Ese perro famélico y
cojo, dando vueltas –pocas- sobre si mismo, no va a ninguna parte.
Y la lluvia, a los
niños, les ayuda a jugar.
No, no es agradable.
No, no me gustó (y espero que entendáis qué pretendo decir).
No, no esperéis a
una tarde de lluvia para ver esta tremenda película.
Necesitaréis una
buena dosis de ánimo para verla, para verla y aprender y –sobre todo y ante
todo- para aprehenderla.
Esto es así y no es
fútbol, ni circo, ni hay pan.
Y nuestros viernes
de dolor que se repiten inexorablemente desde hace medio año nada son (aunque
duelan) frente al Elefante y por eso y por muchas otras cosas más:
¡tenéis que
ir y ver!
¡Valor y al
Elefante!
Hoy se está estrenando
es viernes y
luce el Sol
NB. El "pase" por Lleida dejó en "la botigueta" de Arrels; 182 latas de sardinas, atún, foie-gras, aceitunas, espárragos... 12 botes de cristal -llenos- de garbanzos y lentejas, 2 medios quilos de pasta y una lata de... Coca Cola desacomplejada.
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